viernes, 7 de noviembre de 2014

Brittany Maynard y una polémica artificial


Recientemente Brittany Maynard cumplió con su promesa. Al ser diagnosticada de cáncer cerebral irreversible dijo que en noviembre de este mismo año se suicidaría. Dicho y hecho: Falleció el 1 de noviembre por la ingesta de medicamentos recetados por su médico.

A partir de este suceso se quiso crear una especie de "polémica" o de "debate" en torno a esto. La pregunta es ¿cuál es la polémica acá? ¿qué hay que discutir? Una persona adulta de 29 años en uso pleno de sus facultades mentales y físicas decide poner fin a su vida para no enfrentarse a un cáncer terminal que no le daba mucho tiempo de vida, ¿Qué hay que debatir?

Si en una sociedad no se permite a la gente decidir sobre su vida en estos momentos entonces es una sociedad enferma. Se busca un Estado todopoderoso que decide sobre la vida o la muerte de la gente.

Toda persona tiene derecho a pedir que se acelere su muerte (eutanasia), que no se extienda su vida con tratamientos desproporcionados (muerte digna) o, en el caso de Brittany, pedir la ayuda necesaria para acabar con su vida (suicidio asistido). Sostener lo contrario es meterse en los derechos ajenos. No es de extrañar que los únicos argumentos que existan contra este evento provengan de la religión.

Al igual que con el aborto o el matrimonio entre gente del mismo sexo, si ellos están en contra que se abstengan de hacerlo, y si creen que es pecado que dejen que su dios los juzgue. Pero que no intenten pensar por los demás y cercenar las libertades individuales. Así como toda persona tiene derecho a una vida digna y el Estado tiene la obligación de asegurarlo, también existe el derecho y la obligación de una muerte digna.

Recapitulando ¿cuál es en entonces la polémica? Mientras se debaten estas cosas que no necesitan debate alguno sigue habiendo gente viviendo largas agonías que ni siquiera se pueden llamar vida.

Para finalizar, parte del Manifiesto Humanista 2000 recogido en este blog:

Necesitamos ciertamente apropiarnos de la mejor sabiduría moral del pasado, pero también desarrollar nuevas soluciones para los dilemas morales, sean viejos o nuevos. 
Por ejemplo, el debate sobre la eutanasia voluntaria se ha intensificado de manera especial en las sociedades opulentas, porque la tecnología médica nos capacita ahora para prolongar la vida de pacientes terminales que anteriormente habrían muerto. Los humanistas han argumentado a favor del «morir con dignidad» y del derecho de los adultos competentes para rechazar el tratamiento médico, reduciendo así el sufrimiento innecesario, e incluso para acelerar la muerte. También han reconocido la importancia del movimiento hospitalario para facilitar el proceso más deseable.

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